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Dispositivos como las Google Glass o los Apple Watch son cada vez más comunes. Algunas empresas consideran que son distracciones innecesarias y han llegado a prohibir el uso de los llamados dispositivos “wearables” en horario laboral. Otras están optando por adoptar estas tecnologías y ponerlas a disposición de sus empleados para aprovechar las ventajas que puedan ofrecerles.

Los wearables suponen un salto adelante respecto a los actuales dispositivos móviles en cuanto a facilidad de uso y reducción de tiempo empleado para ello.
Revisar un smartphone requiere una secuencia de movimientos que repetimos decenas e incluso centenares de veces cada día: desbloquear el dispositivo, abrir la aplicación deseada, acceder a los datos.
Los dispositivos “ponibles” o usables reemplazan estos pasos por “microgestos” que simplifican y reducen el tiempo de acceso a las aplicaciones. Algunos, simplemente monitorizan nuestros movimientos sin necesidad de que haya una acción voluntaria por parte del usuario.
Chris Brauer, del Institute of Management Studies, Goldsmiths, Universidad de Londres, que ha llevado a cabo un estudio sobre wearables en el trabajo, asegura que, dada esta facilidad e inmediatez de uso, “La tecnología wearable es, sin duda, la tendencia más novedosa desde las tablet, por lo que es natural que los empleados y las empresas se vean abocados a utilizar estos dispositivos en el lugar de trabajo”.
Reticencias y beneficios
Su empleo en el marco laboral, sin embargo, genera reticencias tanto entre trabajadores como empresas.
En caso de que los dispositivos sean propiedad de los empleados y los utilicen en horario de trabajo, las compañías temen poner en riesgo su seguridad digital y que sus datos queden expuestos públicamente.
En caso contrario, cuando las organizaciones imponen su uso a los trabajadores, estos desconfían de dar gran cantidad de información que hasta ahora no era accesible para las corporaciones, a menudo de tipo personal o biométrico.
A pesar de ello, ya hay numerosas experiencias en diversas industrias que apuntan los beneficios de la incorporación de los wearables.
Por ejemplo, en el sector de la logística y el almacenaje, existen dispositivos que, colocados en la muñeca de los reponedores, hacen seguimiento de las mercancías que colocan, calculan el tiempo empleado en la tarea y cuantifican los movimientos precisos necesarios para llevarla a cabo.
En los sectores militar, deportivo e industrial, los dispositivos “ponibles” se utilizan como herramienta de seguridad laboral, ya que pueden monitorizar la actividad de los profesionales y alertar de posibles accidentes.
En Estados Unidos, los sensores en los cascos de los jugadores de la Liga de Fútbol Americano miden la fuerza de los impactos recibidos y reducen el riesgo de lesiones traumáticas a largo plazo.
Otra tendencia que se está extendiendo es la utilización de dispositivos portátiles para hacer seguimiento de la salud de los empleados en el marco de los programas corporativos de bienestar y salud.
Los datos recogidos, en algunos casos, están ligados a las pólizas de los seguros de salud u otros programas de incentivos para reducir los costes sanitarios.
Aumento de la productividad
El estudio anteriormente mencionado​ dirigido por el profesor Brauer de Goldsmiths-Universidad de Londres, afirma que la productividad de las personas que utilizan la tecnología wearable en el lugar de trabajo aumenta un 8,5% y sus niveles de satisfacción laboral crecen un 3,5%.
Además, el estudio asegura que las reticencias de los trabajadores al uso de esta tecnología se diluirán rápidamente, ya que están acostumbradas al empleo habitual de smartphones, tablets y otros dispositivos que en su momento desafiaron su derecho a la intimidad.
Por parte de las organizaciones, las dudas a la implantación de dispositivos como smartglasses, muñequeras, smartwatches o incluso implantes subcutáneos se aclararán ante la promesa de aumentar la eficiencia mediante datos a los que no se puede acceder de otra manera.

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