La robotización y transformación del sector alimentario
Cada vez más empresas del sector Alimentación apuestan por la automatización de algunos de sus procesos industriales. El uso de la robótica ayuda a hacerlos más baratos y más eficientes. ¿Significa que todos los procesos pueden ser automatizados y que los robots acabarán quitándonos el trabajo? No, el factor humano sigue siendo crítico.
La implementación de la tecnología en el trabajo ha resultado disruptiva desde hace ya décadas. No es un fenómeno nuevo y no ha traído consigo un mundo laboral apocalíptico en línea con las previsiones de Aldous Huxley, George Orwell y otros escritores de ciencia ficción. Tecnologías hace mucho tiempo introducidas, como la mecanización del proceso de enlatado no han supuesto un declive en cuanto a puestos de trabajo del sector, lo que sí han supuesto es la redefinición de estos puestos.
Auge de la I+D
En estos momentos, el sector vive un momento especialmente dulce y esto se refleja en el empleo. Con casi medio millón de trabajos directos y un valor de la producción en máximos históricos (alrededor de los 95.000 millones de euros), según el último Informe Económico Anual de Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), el sector se consolida como elprimer sector industrial del país.
En cuanto a los perfiles de los trabajadores de la industria, también resulta positiva la catalogación del empleo por sexo y edades. Del total de empleo en el sector, un 14% son jóvenes menores de 30 años, ligeramente por encima de la media de la economía española (13,6%), y un 36% es empleo femenino, en este caso, considerablemente por encima de la media de la industria del país (25%).
Otro dato positivo es que aumenta el número de empresas del sector que realizan investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), tanto en las que lo hacen de manera ocasional como continuada, a diferencia de la industria en su conjunto, en que se detecta una ligera reducción en la cantidad de compañías que invierten en investigación y desarrollo. La industria alimentaria española está entre las cinco primeras de la Unión Europea en I+D+i, tras Francia, Alemania, Italia y Reino Unido.
En estrecha relación con la I+D, el sector vive una creciente automatización de los procesos alimentarios industriales mediante la robótica y la inteligencia artificial. Los robots permiten, por un lado, reducir costes y, por otro, optimizar procesos de producción, ya que ofrecen un mayor control de los parámetros de calidad y seguridad.
Las tareas con mayor potencial de automatización son, en estos momentos, las de carga y descarga, manipulación del producto, envasado, etiquetado, empaquetado y paletizado. Sin embargo, los estudios aseguran que las aplicaciones de la robótica y otros procesos de automatización a la Alimentación son un campo en el que todavía no se vislumbra, ni por asomo, la totalidad de su potencial.
Robots frente a personas
El de la Alimentación es uno de los sectores que en los últimos años ha incorporado mayores transformaciones en los procesos industriales con el fin de automatizarlos, especialmente en lo referente a la robotización de la cadena productiva, así lo atestigua la Asociación Española de Robótica y Automatización de Tecnologías de la Producción. En 2015 se instalaron, en total, más de 3.700 robots industriales en España, una cifra récord. La mayor parte de ellos corresponden a empresas del sector de la Automoción y la Alimentación y Bebidas.
Los sistemas robotizados proporcionan a la industria alimentaria ventajas claras frente a los procesos manuales gracias a la capacidad de repetir de forma exacta los procesos, cuestión que ayuda a garantizar la seguridad y la salud alimentarias y a asegurar los parámetros estándar de calidad del producto. En cuanto a higiene, al eliminar el contacto humano con los productos en la cadena de producción y envasado, los robots reducen el riesgo de contaminación. En la industria cárnica y la pesquera, por ejemplo, estos sistemas consiguen eliminar (o casi) la posibilidad de contaminación microbiana.
Por otro lado, aseguran la continuidad de la producción (los robots no necesitan descansos, no duermen ni se toman vacaciones). Además, son capaces de trabajar en circunstancias adversas, a bajas temperaturas, en espacios reducidos, etc.
No todo son ventajas, sin embargo, los aspectos negativos son el elevado coste de la inversión inicial y las dificultades para estandarizar procesos en un sector con gran variedad de productos, que son, además, por naturaleza, frágiles e irregulares.
Personas frente a robots
Si bien en las cadenas de procesado y envasado la robótica presenta múltiples beneficios, la inteligencia artifical no puede competir con la humana en algunas cuestiones que resultan claves.
Reclutadores y empresarios aseguran que cada vez más las “soft skills”(habilidades “blandas”, es decir, no técnicas) son cruciales. La inteligencia emocional, la escucha activa la creatividad, la innovación, el establecimiento y el mantenimiento de relaciones, la toma de decisiones o la resolución de problemas son capacidades humanas imposibles de replicar (al menos, por el momento) por la inteligencia artificial.
Es decir, las funciones directivas o comerciales, por ejemplo, no pueden ser automatizadas. Vender pone en marcha una serie de mecanismos emocionales y nada más humano que las emociones, de ahí que no podamos esperar que un robot se haga cargo de las labores comerciales.
Factores como la intuición, la empatía, la flexibilidad, la “descodificación” del lenguaje no verbal, el sentido común o la capacidad de opinar o de hacer predicciones en base a experiencias previas son intrínsicamente humanos. A pesar de que se está experimentando ya con robots que sean capaces de hacer “lectura” de las emociones y aprendizaje de los propios errores, la tecnología dista aún mucho de hacer sombra al criterio de las personas.
Por lo tanto, es de prever que los mecanismos robotizados queden relegados durante años a las cadenas de procesamiento y la logística, es decir, que se harán cargo de las labores que en la actualidad ejecutan trabajadores con bajo nivel de cualificación.
Robots como el Hal de “2001: Una odisea del espacio”, con criterio propio y capacidad de tomar decisiones no establecidas en procedimientos estándar distan mucho todavía de la realidad.
Ingenieros industriales, agrónomos, técnicos de todo tipo, informáticos, etc., es decir, los trabajadores con un alto nivel de cualificación y con una formación y unas habilidades cada vez más ajustadas a las necesidades de las empresas del sector son y seguirán siendo en un futuro a corto y medio plazo (por lo menos) imprescindibles. El sector tendrá más problemas para atraer y retener a estos profesionales que para incorporar a su Hal particular.