¡Deja de ser un empleado invisible!
En un entorno competitivo en el que destacar puede marcar la diferencia entre desarrollarse profesionalmente o desaparecer, ser uno más no es suficiente. Mientras algunas personas buscan un constante reconocimiento en su entorno laboral, otros desarrollan su labor en la sombra, ya sea por responsabilidad propia o por verse obligados por causas externas. Son los profesionales invisibles, cuyos esfuerzos pasan desapercibidos y se pueden ver abocados a un estancamiento que limite su evolución.
¿Qué es un empleado invisible?
El empleado invisible es ese profesional anónimo que desarrolla sus competencias diarias en silencio y nunca es objeto de reconocimientos entre sus compañeros ni líderes, pero también es aquel que prefiere no alardear de sus éxitos y tan solo procura hacer bien su trabajo. Lejos de aquellos que persiguen constantes alabanzas, se encuentra un perfil de talento que decide por voluntad propia quedarse en segundo plano, con un alto nivel de autoexigencia y un trabajo excelente.
De hecho, la invisibilidad en el trabajo no tiene por qué asociarse a una falta de profesionalidad o un desempeño mediocre. Por el contrario, puede tratarse de un talento sumamente valioso que siempre garantiza una excelencia en su productividad, pero pasa desapercibido. Este hecho resulta problemático, ya que, a pesar del buen trabajo, el profesional invisible puede ver su carrera estancada.
Causas externas vs causas internas
Diversos factores pueden llevar a la invisibilidad del talento. Algunos tienen su origen en la personalidad del profesional, por lo que son actitudes que tiene la capacidad de corregir y desaprender:
- Introversión: una persona con un carácter cerrado y tímido se hace invisible porque se siente más cómoda sin obtener ninguna clase de protagonismo. El silencio es la nota que lo caracteriza y en ocasiones el nivel de integración social entre sus compañeros resulta también limitado, ya que resta importancia al valor de las relaciones personales.
- Humildad: la modestia resulta una cualidad apreciable frente a la prepotencia y la altanería, pero excederse en ella puede conducir a una subestimación del potencial. Los profesionales humildes se conforman con la satisfacción personal del trabajo bien hecho y dejan paso al protagonismo de otras personas de forma desinteresada, aunque de esta forma pierdan el reconocimiento que se merecen.
- Inseguridad: la falta de autoestima puede llevar a hacer creer a la persona que su trabajo no es lo suficientemente bueno e, incluso, puede desarrollar un síndrome del impostor que le impida reconocer sus propios esfuerzos. Su falta de confianza se puede extender a su entorno y llevarle a perder credibilidad.
Sin embargo, existen también condicionantes externos frente a los que puede resultar mucho más complicado actuar:
- Liderazgo: una excelente labor de liderazgo resulta fundamental para detectar y promocionar el talento. Debe ser misión de un buen líder el reconocimiento a su equipo por la calidad de sus esfuerzos, saber insuflar la motivación necesaria para que mantenga un alto nivel de rendimiento y así evitar su fuga.
- Organización interna: una distribución desequilibrada o arbitraria de las tareas y competencias, que pase por alto las capacidades del talento y no le permita extraer el máximo rendimiento de sus capacidades, puede limitar sus posibilidades de hacer un gran trabajo merecedor de reconocimiento. Es además un factor de riesgo para el desarrollo del síndrome de burnout.
- Rivalidad entre compañeros: la ambición de promocionar o destacar en una empresa puede convertirse en una competición que genere un ambiente complicado. Si bien una cierta competitividad saludable incentiva el espíritu de superación, el exceso puede entrañar consecuencias negativas.
3 tipos de trabajador invisible
Algunos trabajadores invisibles lo son por voluntad propia, ya sea porque se sienten más cómodos o porque siguen su propia estrategia de desarrollo. Entre ellos, se pueden encontrar tres perfiles muy diferenciados:
- Talento oculto: permanecen en la sombra para poder llevar a cabo sus tareas de una forma mucho más innovadora y libre, persiguen la excelencia en sus resultados por propia satisfacción personal. No exhiben un especial entusiasmo, ni iniciativa, y tampoco se relacionan demasiado con su entorno, sin embargo, su ausencia se hace más que notable cuando no están.
- Ético: prefieren permanecer en segundo plano para que las personas que ambicionan un mayor reconocimiento puedan lucirse, ya que consideran que tratar de exponerse puede llegar a invisibilizar el trabajo de los demás.
- Táctico: algunos profesionales siguen una estrategia para evolucionar en la empresa, hacen gala de una cautela inicial para después dar el salto y destacar en el momento que consideran más apropiado para su proyección de futuro.
Demuestra el profesional que hay en ti
Ser invisible puede llevar a convertir al profesional en una pieza reemplazable, ya que, aunque su trabajo sea excelente, se puede pasar por alto hasta que sea demasiado tarde. Encontrar el equilibrio entre la invisibilidad y la excesiva necesidad de protagonismo es la clave para triunfar en el desarrollo profesional y sentirse motivado y comprometido con el proyecto. Un objetivo que se puede lograr siguiendo unos sencillos consejos:
- No conformarse: mantener la ambición y tratar de superarse día a día son claves para mantener un alto rendimiento y que el esfuerzo se haga visible, pero también para garantizar una evolución personal y profesional.
- Aprender a venderse: para ser visible es necesario exteriorizar los méritos propios y dirigirse a las personas adecuadas. Por ejemplo, en las reuniones, una ocasión perfecta para demostrar iniciativa y proactividad, que son dos cualidades muy valoradas en un entorno laboral.
- Hay que creérselo: el primer paso para lograr el reconocimiento de los demás es valorarse a uno mismo. Ser un gran profesional es fundamental, pero también es necesario parecerlo, no pecar de un exceso de modestia que oculte los logros y méritos.
- Ser un gran compañero: la introversión dificulta la capacidad de hacerse visible. La falta de relación con los compañeros se convierte en un obstáculo para el desarrollo del networking interno, fundamental para construir un equipo sólido que se retroalimente en sus esfuerzos. Siempre resultará preferible contar con alguien dispuesto a tender la mano y que genere un ambiente de trabajo positivo, en el que los componentes del equipo se respaldan y no se comparan constantemente entre sí. Además, lograr el reconocimiento por parte de los compañeros resultará muy útil para obtener visibilidad entre las escalas de liderazgo de la empresa, ya que fomentarán un feedback positivo.
Los mayores obstáculos y limitaciones que pueden impedir el desarrollo de una carrera brillante son los que se impone uno mismo. Un cambio de actitud es clave para superarlos, dar el salto para escapar de la introversión y la timidez es la mejor arma para derribar esa barrera entre el profesional y la visibilización de su talento. La humildad y la modestia son cualidades muy apreciables en un entorno competitivo, pero su exceso se puede convertir en una gran losa que bloquea el camino hacia el éxito. Haz valer tu esfuerzo y dedicación, ¡deja de ser un profesional invisible!