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Hay ciertas cosas de las que el ser humano no puede prescindir. Dormir, sin duda, es una de ellas; tanto a nivel biológico como cognitivo, disponer de un tiempo de sueño al día es una necesidad fisiológica imprescindible, un pilar básico de cualquier vida saludable.

No dormir adecuadamente puede acarrear problemas físicos y psíquicos muy importantes, que afectan de forma directa tanto a la vida personal como laboral de las personas.

Dormir no es, por tanto, simplemente descansar de los esfuerzos realizados durante la jornada: en las horas de sueño se activan procesos absolutamente decisivos para el correcto funcionamiento de todo el organismo y, más concretamente, del cerebro.
El registro de actividad de éste revela que los procesos de regeneración durante el sueño, los llamados ciclos, son decisivos para, entre otras cosas, mejorar y consolidar la memoria, aumentar la velocidad de reacción o para incorporar nuevas nociones a la mente.
Un cerebro necesita, a largo plazo, de esas reacciones bioquímicas para mantenerse sano.
Pese a sus importantísimas funciones, un estudio de la Clínica Dávila apunta que hasta el 50% de los adultos tiene algún problema de sueño.
Teniendo en cuenta estos datos, el problema puede ser más grave cuando se une al trabajo, donde habitualmente se exige una altísima diligencia mental o física.
No disponer de las horas de sueño indicadas puede afectar de forma muy importante a la productividad en el puesto: según otro estudio de la Universidad de Cambridge, realizado a más de 21.000 empleados británicos, dormir menos de 6 horas al día reduce la eficiencia en el trabajo más que, por ejemplo, fumar o beber.
No dormir el tiempo suficiente también puede afectar de forma negativa a la energía y al humor, factores clave para trabajar bien. La desgana, la irritabilidad o el aumento de la ansiedad generadas por la falta de sueño contribuyen, además, a generar un peor ambiente entre los trabajadores. Estas situaciones, si no son atajadas, pueden llegar a agravarse y crear verdaderos trastornos en la vigilia, como el del insomnio.
Si bien no todas las personas necesitan dormir lo mismo para poder ofrecer buenos niveles de rendimiento, el estudio de Cambridge llegó a la conclusión que aquellos que duermen 8 o más horas realizan de forma más efectiva sus tareas: se concentran mejor, y responden con mayor rapidez y fiabilidad a los retos.
Sin embargo, hay también ejemplos recientes de personas que han alcanzado el éxito durmiendo muy pocas horas. Varios directivos y empresarios de relieve incluso presumen de dormir poco: Melissa Mayer, CEO de Yahoo, la emprendedora y abogada Alexandra Damsker o Antonio Horta-Osorio, CEO de Lloyds Bank, confiesan que duermen 6 o menos horas al día.
La responsabilidad o el número de tareas acumuladas llevan a muchos responsables a dormir pocas horas y poder funcionar al más alto nivel de exigencia.
Arianna Huffington, cofundadora del Huffington Post, en cambio, no está de acuerdo en asociar el éxito “a amontonar horas de nuestro tiempo en nuestro trabajo, en vez de pensar en la calidad del tiempo que ponemos en nuestras tareas”.
Dormir muchas veces no es tratado como un asunto vital para la salud de las personas cuando la realidad es que a la edad de 60 años habremos pasado durmiendo 20 de ellos.
Decía John Steinbeck que “el arte del descanso es una parte del arte de trabajar”. Y tú, ¿cuántas horas duermes al día? ¿Crees que duermes lo suficiente?