Del tractor a la tablet
La digitalización está avanzando a paso firme en el sector agrícola. Por dos motivos: por un lado, hacer frente a retos como el cambio climático, la globalización, la protección del medio ambiente, el aumento de la población urbana o el precio a la baja de la producción agrícola. Por otro, mejorar la calidad de vida de los trabajadores, asegurando el relevo generacional, acortando las jornadas laborales y automatizando tareas como el riego, la vigilancia de las explotaciones o la detección de plagas. Pero el futuro va mucho más allá: las denominadas AgTech o tecnologías emergentes aplicadas al sector agrícola abren un panorama impensable unos años atrás, haciendo tambalear el concepto tradicional de agroindustria.
Desde el escepticismo inicial al que se enfrentaban estas nuevas tecnologías, se ha pasado rápidamente a una apuesta decidida, que apoya la toma de decisiones. Un informe de la plataforma online AgFunder asegura que, ya en estos momentos, miles de startups están impulsando en todo el mundo la confluencia entre tecnología y agricultura, registrándose en 2016 la segunda mejor cifra histórica de inversión, 3.230 millones de dólares.
Nos referimos a sensores para monitorizar cualquier parámetro agrícola, wearables y apps, robótica, drones que permiten diagnosticar enfermedades, tractores autónomos controlables y programables desde un PC, comercio electrónico de alimentos, biotecnología de cultivos o herramientas de gestión agrícola. Y por qué no, granjas verticales para las smart cities del futuro, por las que están apostando multinacionales como Fujitsu, Toshiba o Panasonic, hiper-robotizadas y ultra-productivas, con baja mano de obra humana, máxima seguridad alimentaria y elevada productividad. La tecnología satélite puede, además, monitorizar sequías agrícolas y predecir cosechas y queda mucho por decir en eCommerce agroalimentario, del cual los citricultores españoles han sido precursores.
Finalmente, hay un aspecto que cobra vital importancia ante las nuevas generaciones de consumidores, la trazabilidad. Es decir, la posibilidad de saberlo todo del alimento antes de consumirlo: quién, cómo y dónde se ha producido, desde una perspectiva cada vez más sostenible y local.
Digital skills para un futuro inmediato
Quizás caminamos hacia un agricultura sin agricultores, al menos en el sentido estricto del término. Lo que está claro es que el dominio de determinadas habilidades digitales resulta imperativo, independientemente de la extensión de las explotaciones. La redefinición de las funciones, combinando automatización e intervención humana, caracterizará el trabajo del futuro. Y esto es algo que han palpado ya muchas organizaciones del sector, que ofrecen cursos en habilidades digitales a sus miembros.
De momento, las formaciones se centran en el aprovechamiento de la e-administración, a través de los recursos que ofrecen aplicaciones y plataformas web. Se trata de ganar eficiencia y ahorrar tiempo y recursos en desplazamientos a la hora de realizar los numerosos trámites a los que están sujetos los empresarios de este sector. El Sistema de Información Geográfica de Parcelas Agrícolas (Sigpac), por ejemplo; o el acceso a solicitudes de ayudas, la descarga online de documentación, el trámite de altas, bajas y censos… son ya recursos disponibles en la red.
Pero para asegurar su sostenibilidad y futuro, la agroindustria necesita incorporar expertos en nuevos lenguajes tecnológicos; posiciones digitales difíciles de cubrir por la escasez, generalizada, de profesionales realmente cualificados y con experiencia, a los que se requiere:
– Capacidad para desenvolverse profesional y personalmente en la economía digital y para obtener, evaluar y organizar información en contextos digitales.
–Capacidad para trabajar, colaborar y cooperar en entornos digitales.
–Visión estratégica para comprender el fenómeno digital e incorporarlo en los proyectos.
–Liderazgo en red para dirigir y coordinar equipos de trabajo.
–Orientación al cliente para entender, comprender, interactuar y satisfacer las nuevas necesidades.
Poco talento digital
Uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta el sector es disponer de personas con el mix de habilidades requerido. Su incorporación al mercado de trabajo, de momento, no se produce al mismo ritmo que la demanda, a pesar de su evidente impacto sobre la competitividad. Preocupa, por tanto, la falta de talento digital especializado, preparado para los grandes retos que vienen. Las compañías necesitan profesionales que lideren su transformación, pero lo cierto es que encontrar perfiles digitales se ha convertido en una auténtica odisea. De hecho, muchas veces se tarda varios meses en localizar al aspirante perfecto. Por ello, no hay que desestimar la validez del reciclaje y de la formación para los profesionales que, ya en estos momentos, forman parte de las organizaciones. El futuro de la agroindustria está en sus manos.